Harjibhai Vora tenía que tomar una decisión.
Había sido agricultor en su pueblo natal en el distrito Kutch de la India, pero renunció a una vida dedicada a labrar la tierra que su familia había trabajado durante generaciones con la esperanza de que sus esfuerzos algún día dieran literalmente sus frutos. Entre 1999 y 2002, tres sequías de larga duración habían golpeado la región, dejándola estéril y obligando a los habitantes a conformarse con poco alimento, agua o esperanza. Después de años de trabajo bajo un sol sofocante y sin muchos resultados pese a sus esfuerzos, dejó a su familia y, decidido a enfrentarse a la soledad, se dirigió a Dubái, la ciudad más cercana, con el deseo de ganarse la vida con ingresos más estables. Prefería enviar dinero a casa antes que ver a su familia morir de hambre.
«Tenía esta gran responsabilidad de alimentar a mi familia y atender sus necesidades diarias. Nuestra agricultura dependía totalmente de la lluvia, no había pozos, ni perforaciones, ni bombas, ni fuentes de agua, y nada iba bien. Decidí ir a Dubái para trabajar como albañil».
- Harjibhai Vora
Después de pasar unos días poniéndose al día con su familia, Harjibhai regresó a Dubái a traer el resto de sus cosas. En el camino a casa, decidió tomar un camino menos transitado, que lo llevó a un sector de granjas desconocido.
Una de estas granjas destacaba entre todas, con hermosas extensiones coloreadas de verde y rojo hasta donde la vista alcanzaba a ver. Otras granjas de la zona eran en gran parte estériles, pero esa en concreto tenía limpias filas de plantones. A esta granja parecía irle muy bien.
El dueño lo invitó a entrar y le contó sobre el proyecto en el que estaba trabajando con la empresa israelí Netafim.
Llegó a la puerta y preguntó por unos objetos que había en los surcos excavados en el suelo. Esa fue sin duda una decisión acertada.
«Un día, iba a mi granja y vi un camión cargado de cajas de tomates provenientes de una gran granja situada en mi camino a casa. Visité la granja y me sorprendió ver las tuberías de paredes delgadas de los sistemas de irrigación. En ese instante decidí instalar el sistema en mis 15 hectáreas de tierra. Después de preguntar los costos y las utilidades del sistema a los comerciantes de una empresa local, pedí el sistema para mi granja. Pero no estaba del todo satisfecho con los resultados. Después, me presentaron a un distribuidor e ingeniero agrónomo de Netafim. En ese momento las cosas cambiaron».
Los agrónomos de Netafim se comprometieron personalmente con el éxito de Harjibhai. Recibió formación sobre el sistema de fertirrigación, le sugirieron que cambiara el patrón de cultivo y le explicaron cómo dividir el factor de riesgo mediante el cultivo de múltiples cosechas.
Desde entonces, Harjibhai ha instalado el sistema en todas sus 15 hectáreas, y ha comenzado a sembrar diferentes vegetales y cultivos de alto valor. Los resultados se apreciaron de inmediato.
«Todos los miembros de la familia se dedicaban a la explotación agrícola con el nuevo sistema y los ingresos eran ya bastante buenos. Durante esos años, pude comprar más tierras cultivables e instalé el sistema de irrigación por goteo Netafim en las 45 hectáreas de tierra», dijo Harjibhai.
No solo su granja prosperó, sino que este cambio también le permitió pasar más tiempo con la familia y los amigos. Lamentablemente, su esposa contrajo una afección renal y tuvo que dedicar gran parte del tiempo a cuidarla. «Estaba bastante angustiado durante esos días. Había procurado nuevas fuentes de agua (pozos perforados) y cedido en arriendo el 20% a una serie de agricultores para el cultivo de hortalizas y poder atender así a mis problemas familiares. La idea funcionó y mis ingresos se multiplicaron con una reducción proporcional del costo de cultivo. Gracias a ello, he comprado mejores equipos agrícolas, tractores, pulverizadores operados por tractores y otros muchos equipos».
«He contribuido a la educación de los hijos de nuestros trabajadores agrícolas y a satisfacer las necesidades médicas de algunos vecinos pobres de mi pueblo, estoy contribuyendo a la educación de los agricultores que visitan mis granjas y a la felicidad de los miembros de mi familia. De eso se trata la vida».
- Harjibhai Vora
La belleza de la innovación
Aunque su esposa finalmente sucumbió a la enfermedad que padecía, Harjibhai obtuvo un gran éxito financiero al pasar de ser un agricultor sin goteo a ser un agricultor de Netafim. Hoy en día, sus primos, hermanos y otros parientes mantienen sistemas de irrigación por goteo de Netafim en más de 150 hectáreas de tierra. No solo logró ayudar a sus hijos con los gastos de su educación superior, sino que también pudo atender a las necesidades sociales de toda la aldea.
Si alguien le hubiera dicho a Harjibhai que en apenas cinco años su rendimiento se multiplicaría por cuatro, sus beneficios aumentarían exponencialmente y la aldea que había sido su hogar desde la infancia sería próspera y estaría bien abastecida, no lo habría creído. Esa es la belleza de la innovación, la capacidad de poder ver lo que aún no existe y hacer que suceda.