La música siempre ha sido la pasión de Manuel Alejandro Carrasco Puerto. Ahora también es su medio de vida.
En 2014, Manuel abrió Revancha Records en el barrio Roma Norte de la Ciudad de México para aprovechar la creciente popularidad de los discos de vinilo, que en los últimos años han recuperado su popularidad tanto entre jóvenes como mayores.
Los discos de vinilo comenzaron a caer en desuso entre los entusiastas de la música durante la década de 1970, cuando las cintas de ocho pistas y de casete comenzaron a superarlos en ventas. La revolución digital llegó a continuación y el vinilo sufrió otro golpe en su popularidad.
Por la misma época, la zona Roma Norte de Ciudad de México era una zona histórica pero deteriorada. Lo que había comenzado a principios de los años 1900 como un escape de la ciudad para los ricos, comenzó su declive en la década de 1940. En la década de 1970, muchas de las hermosas casas de estilo europeo se habían deteriorado. Ahora esos encantadores edificios se consideraban inservibles y obsoletos. Pero después del terremoto de 1985, los residentes comenzaron a valorar la zona de nuevo y decidieron que valía la pena salvarla. Y comenzó a vivir una nueva vida. No mucho después, en los años 90, lo mismo ocurrió con los discos de vinilo.
La generación digital
«Todo ha cambiado», dice Manuel. «Antes, la música se grababa de una manera concreta. Necesitabas un estudio, una banda y micrófonos. Ahora yo mismo podría componer un álbum aquí en mi portátil. No es ni mejor ni peor. Pero es muy diferente».
Incluso el lenguaje ha cambiado. Cuando el vinilo era el rey, la gente hablaba de los 45 (que se reproducían a 45 revoluciones por minuto), no de los singles, y de los LP, que giraban a 33 revoluciones por minuto.
«Yo soy de esa generación, gente de 28 años o más. Y somos gente que trabaja. Los LP no son baratos, pero los que tenemos un trabajo estable podemos tener la capacidad de coleccionarlos. En la música que es popular hoy en día, no hay muchos que editen LP. Muchos ni siquiera hacen álbumes, solo singles».
¿Qué hace que el vinilo sea tan especial? Muchos coleccionistas ávidos, explicó, han tenido problemas para adaptarse al mundo de la música digital, donde no hay ningún producto físico.
«Me gusta tener algo en mis manos. Sentir que soy dueño de algo. A algunas personas les gusta coleccionar relojes, estampillas o autos, pero para el coleccionista de discos, el objeto en sí es importante. Puedes abrirlo, sacarlo, apreciar el diseño», dice.
También hay un fuerte elemento de nostalgia. «Cuando pienso en los LP que escuchaba de niño y que ya no tengo, los busco. Incluso si ya no conecto con esa música».
Manuel compra sus discos a un distribuidor de los EE.UU. que se abastece de varios sellos discográficos. Eso hace que los discos sean un poco más caros, pero cuando uno tiene gustos particulares, no es posible encontrar todo lo que se desea en cada discográfica. Fue su amor por la música hip hop de los 90 lo que llevó a Manuel a descubrir nuevos artistas y géneros.
Según él, los clientes tienden a encajar en dos grupos: los coleccionistas, por lo general personas mayores que empezaron a coleccionar discos de vinilo cuando eran jóvenes y los han visto pasar de moda y volver; y los neófitos, personas más jóvenes que han comenzado su propia colección de música moderna, atraídos por el producto físico en una era digital.
Por supuesto, la música digital presenta enormes ventajas, pero no hay nada como escuchar el sonido único creado por el vinilo. Son las imperfecciones las que lo hacen especial.